Consumir moda sostenible sin quebrar la cuenta bancaria

Desde 2013, la semana entorno al 24 de abril se celebra la campaña Fashion Revolution en 92 países del mundo, por el derrumbe de la fábrica Rana Plaza en Blangladesh ese año, en el que murieron 1.134 trabajadoras y hubo 2.000 heridos, el más grave de la historia de la moda. Confeccionaban para grandes marcas como Mango, Benetton, El Corte Inglés, Carrefour, Auchan, Primark, entre otras.

Esta iniciativa con la que he tenido el placer de colaborar, pide transparencia y condiciones dignas en esta industria. Frente a este tipo de moda convencional, la moda sostenible es una realidad innegable, aunque emergente, como lo es ejercer un consumo consciente de ropa. Estos consejos ayudan.

     1) Menos es más: consumir pocas prendas (respetuosas y de buena calidad) es el mejor consejo de consumo responsable. Por ello, en vez de comprar siete prendas mediocres, con trabajo esclavo, tóxicos, que contaminan ríos y zonas del mundo con sus sustancias y procesos industriales, por el mismo dinero se pueden adquirir dos de calidad, hechas con trabajo justamente remunerado, con estándares sostenibles que minimicen el impacto ambiental y social, que permanezcan en nuestro armario lo máximos posible porque encajen con nuestro estilo, vida y morfología.

Se puede vivir con lo que se llama, sustainable capsulle wardrobe, o armario cápsula sostenible, es decir, con pocas prendas sostenibles favorecedoras con larguísimo recorrido, cubriendo perfectamente las necesidades estilísticas y vitales. Hace años que apenas consumo moda, si lo hago son prendas sostenibles, artesanales o de segunda mano, aunque uso las no-sostenibles que tenía que aún están bien, es lo mas responsable con los recursos empleados en ellas.

    2) Huir de la maquinaria de las tendencias y de la industria que nos presiona para renovar la ropa cada poco tiempo. Es preferible centrarse en poseer un estilo personal, usar lo que favorece y nos hace sentir bien, optando por aquello que de veras necesitamos, no por los diversos reclamos de todo tipo que nos dicen lo que debemos adquirir para ser cool.

No hay nada mas cool que ser uno mismo, y saber lo qué nos sienta bien. Si lo pensamos detenidamente ni nosotros, ni nuestro bolsillo, ni el planeta (por los residuos e impactos socioambientales sectoriales) necesitamos estrenar prendas cada fin de semana, ni cada mes, ni cada temporada. Sólo lo necesita la industria para hacer negocio, alcanzar sus objetivos de facturación y aumentar sus ventas, una lógica poco sostenible en un planeta de recursos finitos.

Además muchas veces este sector se sirve de nuestras inseguridades, necesidad de proyectar un status, de pertenencia a un grupo, etc., para que compremos lo que nos dictan. Nuestra identidad real, y nuestro ADN, son más únicos que cualquier marca, tendencia o must-have. Y nunca está justificado que tras un producto existan tragedias como la del Rana Plaza, u otras recogidas en mi libro Tu consumo puede cambiar el mundo, en el capítulo sobre la industria de la moda.

    3) Priorizar firmas sostenibles: En ellas se emplean tejidos y materiales de bajo impacto ambiental, así como trabajo remunerado dignamente. Comparto este artículo que publiqué en primavera en el SModa con marcas nacionales e internacionales, como un recurso aorientativo: S MAY 225 Mir Directorio Eco. En mi libro entrevistó a responsables de algunas de las muchas marcas ecoéticas que existen. Hay numerosas alojadas en la Microguía de moda del libro en esta web.

También hay tiendas físicas en España donde comprarlas, así como online. Además, la plataforma Slow Fashion Next ha creado un directorio de 100 marcas de este tipo con impacto positivo; blogs como Ecovamos tienen una guía online y otros muchos informan sobre ellas, como CArro de Combate, el colectivo de periodistas de investigación femenino al que pertenezco, o los blogs como Move to Slow, Backstage Ladies, entre otros. Es posible vestir bien y sosteniblemente sin «crujir» la cuenta bancaria, doy fe. Gasto menos que antes, sólo empleó mi dinero y mi consumo mejor, con ellos apoyo modelos productivos de moda más respetuosos con la sostenibilidad de la vida.

     4) Consumir marcas, creadores y artesanos locales: en vez de premiar con nuestro consumo a corporaciones que fabrican lo más barato posible deslocalizando su fabricación a zonas donde los derechos laborales no se respetan (recordemos que cuatro de ellos son derechos humanos: no discriminación, libre asociación, sindicación, negociación colectiva).

Y que aprovechan excepciones fiscales de Zonas de Procesamiento de Exportaciones (ZPE), Zonas de Libre Comercio (ZLC), Zonas francas, etc., con lo que realmente no generan una verdadera riqueza en esos países; que además usan la ingeniería financiera fiscal para pagar los menos impuestos posibles allí donde operan, mientras contaminan y crean trabajo a menudo precario donde venden sus prendas, sin duda, es más redistributivo favorecer empresas locales que operan en la economía real creando un tejido productivo respetuoso socioambientalmente. Muchas firmas, creadores y artesanos locales hacen producciones pequeñas con mucho menos impacto social, y en recursos (energía, agua, cultivos, etc.) que las multinacionales, frecuentemente recuperando tradiciones autóctonas que si no se perderían por la globalización. Merece la pena apoyarlos con nuestro consumo para promover la riqueza local real.

     5) Comprar prendas de segunda mano, retro o vintage: Una campaña para vender prendas de segunda mano de la firma de equipación deportiva Patagonia decía: «La prenda con menor impacto es la que ya existe», porque una vez que se fabrica, optimizarla dándole tantos usos como sea posible hasta el final de su vida útil es lo más respetuoso con los recursos empleados en su producción: trabajo, tejidos, agua, energía, etc.

Adquirir vintage (prendas antiguas anteriores a los años 70), retro (de los años 70, 80 y 90) o segunda mano (lo demás) es una forma de contribuir a ello. Existen tiendas en muchas ciudades (una muestra en la Microguía de moda de mi libro recogida en esta web), mercadillos, rastros, mercados de pulgas, webs y Apps de consumo colaborativo, se puede aprovechar prendas de familiares, amigos, se hacen además eventos como los intercambiadores, o Swaps  (con música, picoteo, etc.) para intercambiarlas o donarlas.

     6) Customizar, arreglar y reutilizar: Además, para alargar la vida útil de las prendas conviene reparar aquellas que se pueden seguir utilizando, o customizar las antiguas para reutilizarlas. Se fabrican entre 80. 000 y 150.000 millones de prendas al año, sólo en España tiramos 300.000 toneladas. No nos podemos permitir tantos residuos textiles ni individual, ni globalmente. Además los residuos textiles en el vertedero emiten más amisiones y contaminan más que, por ejemplo, los deshechos de alimentos, por la mayor complejidad de sus procesos de producción.

     7) Deshacernos de aquello que ya no sirve, ni se puede reutilizar, con responsabilidad, sin tirarlo a la basura. Existen contenedores de recogida de ropa de muchas asociaciones sin ánimo de lucro (como AERES, Asociación Española de recuperación de la Economía social y Solidaria, y con ánimo de lucro como Humana. Es conveniente vigilar que no sean ilegales. Los textiles se reciclan ex profeso para rellenos en coches, mobiliario, para recuperar sus fibras, etc., aunque n todos se pueden reciclar al mezclarse materiales diversos, técnicos y biológicos.

Consumir moda sostenible, dentro del presupuesto, es fácil y posible.

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