Hay muchas razones por las que usar menos el coche, o directamente (si es posible) ni utilizarlo… Éstas son sólo algunas.
1) Es el bien de consumo más contaminante de los ciudadanos de clase media, para un millonario sería un avión privado, un jet. Además de ser un artículo «piedra angular» del consumo de energías fósiles durante décadas, principal causa del cambio climático. Una industria con «malos humos» donde casi todas las marcas tiene una división enfocada a la industria militar, por lo que también suelen producir vehículos e ingenios con fines bélicos, o con supuestos objetivos de seguridad. Lo recogí en el capítulo dedicado a la movilidad de mi libro Tu consumo puede cambiar el mundo.
2) Las marcas engañan sobre sus emisiones: puedes leer cómo lo hacen en este artículo que escribí para El Salto. Prácticamente ninguna marca salía bien parada en casi todos los segmentos del mercado. La peor era Mercedes con una diferencia entre su rendimiento en el laboratorio Vs su rendimiento en la carretera del 54%. La seguían Audi y Smart (49%), Volvo (46%), Peugeot y Mini (45%), BMW y Toyota (43%), Ford (42%), Nissan (41%), Volkswagen y Citroën (40%), Renault (39%), Opel (38%), Skoda (37%) y Fiat (35%).
Y aquí os dejo el podcast de mi sección Consuma Crudeza, en el programa de radio Carne Cruda, donde abordamos también este asunto: Dieselgate, ¿Ha cambiado algo tres años después?. Se puede escuchar pinchando AQUÍ.
3) Hay alternativas: el transporte público, la movilidad activa (ir a pie o en bicicleta). Y en el caso de que no se pueda prescindir del vehículo, existe el carsharing (compartir coche), el carpoooling (alquilarlo por horas), preferibles antes que comprar. Y si no queda más remedio que la adquisición, mejor decantarse por opciones eléctricas e híbridas con menos impacto que las convencionales (gasolina y diesel).